
No existe la evangelización digital, por Paco Llorens
Carmen Berzosa | 04 Feb 2024
Artículo de opinión del sacerdote Paco Llorens sobre la evangelización digital
Mis queridos lectores, he pensado mucho si escribir sobre este tema o no. Como muchos sabréis estoy cursando una tesis doctoral en comunicación. Durante el proceso de investigación me he encontrado con esta pregunta: ¿existe la evangelización digital? ¿se puede evangelizar a través de los medios de comunicación o de información? ¿para qué necesita la Iglesia los medios de información (redes sociales, medios de difusión de mensajes o medios de comunicación social)?
He pensado mucho acerca de escribir sobre este tema ya que la creencia de muchos “influencers” católicos pueda verse frustrada o al menos criticada. ¡No es mi propósito! Sino que la propuesta que realizo nace de una investigación científica, realizada al margen de cualquier interés pastoral o eclesial. La comunicación en la Iglesia no es, ni debe ser un ejercicio pastoral. La profesionalidad y el cumplimiento de las “reglas” establecidas en la comunicación institucional, es la garantía para cubrir las expectativas en la transmisión de los objetivos marcados por la institución (piénsese en institución: colegio, parroquia, universidad, centro, congregación, conferencia episcopal, Santa Sede, instituto, asociación, cofradía, federación…). Me explico mejor, un ecónomo en una diócesis no tiene un trabajo pastoral, aunque la transparencia o el correcto uso de los bienes ayude o refuerce el bien pastoral. Al ecónomo se le pide la correcta administración. A una persona de comunicación se le pedirá que pueda canalizar las informaciones y/o comunicaciones que la institución eclesial estime conveniente. Recuérdese que todo acto de gobierno es un hecho comunicativo. El fruto pastoral de esa comunicación puede ser muy grande, pero sus fines no son propiamente pastorales sino profesionales y periodísticos.
Podemos entender este mensaje de otra manera: muchas veces nos quejamos que las actividades de la Iglesia no son noticia o no se difunden correctamente en los medios de comunicación, y que lo único que aparece a gran escala son acciones negativas. Los medios de comunicación generalistas no tienen porque hacer nuestro trabajo de evangelización y no todo pertenece al interés general. Saber encauzar esas informaciones es la tarea primordial de toda oficina de comunicación institucional (mal llamada en España: Delegación de Medios de Comunicación Social). Según lo que voy viendo, las oficinas de comunicación deben salir del ámbito pastoral u organismos eclesiales comunes a la catequesis, liturgia, evangelización, misiones, familia, vida, pastoral de la salud, acción social… y deben ocupar un lugar puente entre la vicaria general y la cancillería o secretaria de los organismos eclesiales. Participando evidentemente de la vida del gobierno, con voz, pero sin voto, puesto que la comunicación es servicio y asesoramiento, nunca decisión. La decisión la toma el CEO, es decir, el obispo, el vicario general, el vicario episcopal, el párroco, el delegado de cualquier comisión, el presidente de asociaciones o federaciones, el titular o director del colegio, el superior general o director de casa, el presidente de la conferencia episcopal, el prefecto del Dicasterio, el secretario de Estado o el Santo Padre. Para esta toma de decisiones siempre es bueno el “camino sinodal”, es decir, el trabajo grupo; cogiendo el ejemplo de cómo hoy se organiza el mundo empresarial y logístico (equipo directivo), es decir, el mundo civil. Las razones de todo ello las tendréis en las conclusiones de mi tesis doctoral cuando ésta sea defendida. Esta ubicación correcta garantiza la profesionalidad y la canalización ad intra y ad extra de cualquier información.
Por esta razón no creo en la mal llamada evangelización digital. No quiero herir a nadie, pero muchas veces el trabajo realizado en redes sociales supone ser una fábrica de memes. Por otra parte, hay mucho trabajo bien realizado que ayuda a potenciar el contenido eclesial. Cuando un trabajo está bien hecho es porque es profesional y ayuda a difundir correctamente el mensaje que se quiera.
Yo mismo sé cuando un comentario mío va a ser capturado por WhatsApp y debatido en mensajes privados; cuando va a tener muchas visualizaciones y pocos me gusta; cuando tendrá muchos me gusta; cuando será compartido o cuando tendrá muchos comentarios; e incluso si puede ser motivo de polémica… y eso nos lo aporta la experiencia y la profesionalidad (el estudio). Pero estar en redes sociales para no aportar nada o no debatir… están hechas precisamente para comunicar e interactuar en la red. Peor es cuando estoy bajo un perfil falso, o anónimo, mucho peor los que son incapaces de ponerse una foto de perfil de su cara, que rastrero, pobre y ruin.
La diversidad eclesial florece en el debate digital. Encontramos una fuerte confusión del mensaje evangélico. Cada vez más estamos viendo la división y no la diversidad, entre sacerdotes, religiosos/as, obispos e incluso con el Papa… Algunos sacerdotes o religiosos/as se han puesto como abanderados de la una falsa misericordia con el fin de atraer a todos, sus palabras carecen de sentido magisterial y sus acciones cuando son reprobados es el bloqueo. Algo que demuestra la falsedad de su argumentación en la acogida del alejado, en la “Iglesia en salida”, o en la aceptación de la diversidad. Una cosa sería bloquear un perfil falso, otra bloquear a una persona que te muestra que no está de acuerdo contigo. Por el contrario, tenemos otro tipo defensores de la “sana doctrina”, con la espada de la palabra siempre en alto (yo he sido de esos, me confieso y me arrepiento), que buscan difundir el mensaje sin entender que, en el mundo digital, por mucho que se quería, no puede haber nunca cercanía. Haciendo ver que la Palabra de Dios, el Magisterio, el Catecismo o el Código de Derecho Canónico, son un ladrillo que hay que aceptar sin ningún proceso de conversión.
Desde León XIII (1878) hasta san Juan Pablo II, pasando por Benedicto XVI y Francisco, sin dejarnos el Concilio Vaticano II, el magisterio de la Iglesia ha sido claro: no existe la evangelización digital. Los Papas, tal y como ha hecho siempre la Iglesia, no han visto una negatividad en el uso de los medios de difusión y de información, bien sean medios de comunicación social, de difusión de contenido o redes sociales. Al contrario, se han mostrado propicios a su uso, pero siempre remarcando el punto de vista ético y eclesial en su gestión. Es de entender que, a tal punto, el Código de Derecho Canónico, establezca que los laicos deben ausentarse de estar, escribir o participar en medios muy contrarios a la fe católica; que los sacerdotes deban pedir permiso a su obispo para ello; y que los religiosos/as lo deban hacer a su superior general, con el visto bueno del ordinario del lugar dónde se encuentren viviendo. Ello es garantía de esa canalización eclesial en la comunicación y en la información. La Iglesia es jerárquica, te guste o no. Así ha sido constituida por Cristo Jesús. Pero en el uso y gestión de la comunicación en el mundo empresarial también es jerárquico. Se trabaja en grupo, sí, pero jerárquico, pues si un director de comunicación va a su aire, seguramente el CEO quiera deshacerse de él/ella, y el consejo de administración lo/la termine despidiendo.
Todo el magisterio de la Iglesia referido a este tema de comunicación y medios, especialmente el de los últimos años que habla propiamente de las redes sociales, expone, como hemos señalado, la positividad de su uso. Pero no habla nunca de una evangelización digital.
Los medios de información – medios de comunicación social (televisiones, radios, periódicos, revistas, cine…), medios de difusión de mensajes (WhatsApp, Telegram, Signal, Newsletter, Hojas Parroquiales, Páginas Web, Podcast, YouTube…), redes sociales (Facebook, Instagram, Tik Tok, Twitter, Bereal, Twich…) – son precisamente canales que ayudan a la difusión. Pero son canales, nunca un hecho de evangelización. Cuando un sacerdote hace una homilía, un retiro, una charla… su contenido puede provocar el encuentro con el Señor, pero ese encuentro se realiza de modo personal siendo inmerso en una comunidad humana (no digital).
La pandemia del COVID_19 nos ha enseñado que el uso individualista de estos medios no ayuda a la correcta canalización de la información, aparte que puede ser “carne de memes”. La presencialidad de los sacramentos supone la humanización de la vida eclesial. Aunque el diálogo que se establece en redes sociales sea real, porque está hecho entre personas, nunca llegará a ser humano, pues nos separa el propio canal. Estos medios han sido de gran ayuda para promover actividades celebrativas, catequéticas, pastorales e incluso caritativas, pero terminada la pandemia ya no tiene sentido seguir con la difusión digital de la Santa Misa u otros hechos. La vida en comunidad es garantía para el crecimiento en la fe. La Santa Misa, por ejemplo, como ayuda a la participación para los enfermos, impedidos, personas mayores, trabajadores… puede ser de gran utilidad. Pero la Santa Misa desde mi parroquia, desde mi cura, desde mi comunidad, no es para nada garantía y promoción de la universalidad de la Iglesia, ya que la Misa no es un hecho individual, es una acción de toda la Iglesia, por esta razón teniendo una Misa o varias, en diversos canales de comunicación y a poder ser en un punto general o rotativo, es garantía para a los que no pueden cumplir con el precepto de la Santa Misa, sin ser para nada individualistas sino plenamente católicos.
Todo ese contenido difundido puede ser positivo para aumentar el conocimiento, promover interrogantes, difundir informaciones, pero nunca será un hecho evangelizador. El encuentro con el Señor es personal, pero ese encuentro te adentra en la vida de la Iglesia. El uso de las redes sociales, como hecho catequético, promueve el primer anuncio, ayuda al crecimiento de la formación cristiana, pero el encuentro con el Señor, sólo puede ser en la comunidad, estando plenamente inmersos en la vida de la Iglesia. Por el contrario, un uso indebido o la carencia de formación para explicar ciertos temas, con una falta de fidelidad magisterial en la argumentación, puede llevar a la confusión en muchas personas o fieles. Ese es también un problema manifestado.
Sé que el artículo es largo, sé mi querido lector que la ocasión y el tema lo merecían. Si has llegado hasta aquí es porque el tema te interesa, quizás sería bueno contrastar las opiniones para llegar juntos a una buena conclusión. Te prometo escribir artículos más breves, pero un tema tan delicado, como afirmar la no “evangelización digital”, requiere de una correcta explicación, y aún así te diré que he sido breve – ¡estoy escribiendo una tesis doctoral sobre ello! –.
Todo el magisterio de la Iglesia camina en este sentido que he señalado. Por eso no creo en los “evangelizadores digitales”, en la “misión digital” o en el ser “influencer” católico. Mi vida personal y los estudios en comunicación me lo han potenciado: si uno (un católico) quiere inmiscuirse en este mundo, que lo haga bien, de modo profesional, que se forme, y si es sacerdote o religioso/a que obtenga el debido permiso de su ordinario o superior general; pero sobre todo que sepa que está difundiendo contenido e información; que el objetivo final es provocar la inmersión de la persona en una comunidad; que por un vídeo, mensaje, sacramento o charla que realice no va a ser causa de una profunda evangelización, sino una ayuda en el camino para tantas personas.
A los que sí creéis en la mal llamada “evangelización digital” no seáis duros conmigo, tan sólo os pido que dediquéis parte de vuestro tiempo a este debate, desde lo que la ciencia de la información nos aporta y el magisterio ha expuesto, alejaros para ello de sentimentalismos, de interés pastorales o falsedades eclesiales. Entonces estaremos al mismo nivel para debatir, encontrar errores o sugerencias en las que mejorar y caminar juntos como hermanos en la fe.
Paco Llorens - Sacerdote
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