Prieto: La vida es una gran putada, quien no lo entienda, no sabe vivir

José Manuel Prieto, concejal Socialista, y portavoz del Gobierno de Gandia


Nueve de la mañana, Plaza del Ayuntamiento de Gandia, brilla el sol y la Colegiata de Gandia, de fondo, nos marca que es la hora de empezar esta nueva entrevista de Con dos de Azúcar. Puntualidad inglesa, se abre la puerta del consistorio y allí está él, José Manuel Prieto, portavoz del Gobierno de Gandia.

Escogemos terraza, la temperatura es agradable, además, Gandia invita a contemplarla, sería imperdonable encerrarnos, le quita magia al momento.

Hemos leído que defines tu infancia como una etapa muy muy feliz…

Sí bueno, yo no tuve una infancia muy distinta a la de los demás, me acuerdo que crecí con el nacimiento de la televisión valenciana, yo era una devorador de televisión, porque yo me he criado con mis abuelos, mis padres trabajaban, y las tardes las invertíamos en eso que hace la gente mayor, ver la televisión, tomar un café…Recuerdo las tardes de invierno de cuando era pequeño, viendo la televisión e imitando a los presentadores, pues yo quería ser presentador en el show de Monleón, que era un programa que a mí me encantaba. 

Desde chiquito ya quería comunicar, dar voz a aquellos que no la tenían, ser presentación, después también, quise ser farmacéutico, arqueólogo, pero en el fondo siempre he querido contar las cosas, decir lo que pasaba, comunicar, por eso quería ser periodista, y al final es lo que escogí.

En general mi infancia no fue distinta de las otras, ya te digo, me crié con mis abuelos, mis padres trabajaban todo el día, y guardo mucho afecto de esos días, pero yo siempre digo que la infancia es una construcción, una especie de patria, que está muy bien como nostalgia del futuro, para pensar lo que vas a ser, y sobretodo, de donde vienes, pero yo no volvería a esos días.


La infancia tiene momentos duros. Al revisar tu bibliografía encontramos días muy malos, lamentablemente

Yo creo que la infancia tiene una parte de inocencia que se pierde cuando aprendes que, crecer es aprender a despedirse. Mi padre murió cuando yo era muy joven y, tal vez, eso aceleró el final de la infancia entendida como inocencia, y aceleró la madurez, entender que hay un componente en la vida que es la muerte. Es un ejercicio que hay que asumir, hay que vivir con ello, pero no hay que obsesionarse ni hacer un drama, de todo te sobrepones. Esa es la lección que te hace entender que ya no eres un niño. 

Yo crecí un poco antes que el resto de mi clase, pues viví la muerte de mi padre con sólo 12 años, pero te sobrepones.

Evidentemente la vida tiene momentos duros. La vida es una construcción feliz, y la tenemos que ver así, pero la vida es una gran putada, y quien no entienda que la vida es una putada no sabe vivir.


De esa lección, de despedidas y bienvenidas va tu primer libro, L’univers sense precipici

Bueno es un libro de despedidas, pero también de desamor, yo creo que todos lo hemos sufrido- interrumpo asegurando que quien no lo ha vivido no ha vivido, sonreímos, mirada cómplice de aquellos que sabemos de lo que hablamos- Uno en una circunstancia difícil tiene dos opciones, o supera el precipicio, por eso yo dije que no quería un universo con precipicios para mí ni para nadie, o le sirve como lección de aprendizaje. A mí todo lo malo, me ha servido para aprender. De las heridas de guerra se aprenden.

Nunca me quedo con la parte negativa. Yo de un desamor saqué un libro, de las circunstancias difíciles lecciones… vivimos demasiado poco como para obsesionarnos.


Pienso en “voy a escribir un libro” y se me hace una muralla. Todo el mundo sabe redactar algo bonito en una hoja de word, y pensar que somos los mejores escritores. Luego viene eso de cómo esta, 150 hojas más. Tú además, escribes poesía, algo dificilísimo. ¿Cómo se inicia uno en este mundo? ¿Con la rima fácil, eso de frío y escalofrío?

[Risas]… La poesía tiene la ventaja que no necesita una estructura textual que ligue y tenga cierto sentido. Yo tengo un inconveniente, soy incapaz de escribir historias de más de 60 hojas. He intentado escribir novelas, pero llegada a la página 70 lo dejo porque no sé como continuar. La novela necesita de una constancia que yo no tengo. No tengo todo el tiempo del mundo, ojalá, para dedicar dos o tres horas al día para escribir.

La poesía la escribo en cualquier momento. A la salida de una reunión, en cualquier lugar. Sirve para evadirse, como escape sobretodo de la realidad política, con una agenda que en ocasiones es demasiada esclava. Está pendiente el sentarme a escribir una novela, pero esos pequeños paréntesis de escritura que te permite la poesía te regala cierta soltura, hablar de un momento concreto, fugaz, una sensación, una vivencia…

La poesía que enseñan en el cole no es la que yo escribo. El sistema educativo español enseña una poesía que, para mí, incita a odiarla. No es conveniente que los niños empiecen a saber la  poesía por las métricas de Quevedo o Gongora. Yo la aprendí de casualidad, un día regalaban en el periódico un poemario de Machado.


Poeta, periodista y político. ¡Qué cansancio!

Sí, sí [risas] El otro día hablando con una amiga, que es alcaldesa de otro pueblo, me decía,  yo me voy durmiendo por los rincones. A mí me pasa también. Empezamos pronto, me gusta madrugar, el día da inicio con la reunión para planificar el día, porque estas cosas de la política no pasan porque sí, y desde ahí la agenda no para. Tienes que buscar un momento de evasión, pues la vida no empieza y termina en la puerta del ayuntamiento.

Pequeños momentos, en los que te dedicas a ti, a tus amigos. Buscar tiempo para escribir, para el deporte, para la familia…


Y tiempo para las fallas…

Entré en la falla cuando iba al bachillerato porque mis amigas se apuntaron. Algunas de ellas ya no están en la comisión, porque han buscado pareja en otras fallas, pero yo me he quedado, he hecho grandes amigos, incluso algunos de mis mejores amigos son de esa falla. Son la familia que se elige.

Las mejores cosas que me han pasado, en mi tiempo libre, me han pasado en esa falla. He escrito en el llibret, ver ese mundo, que me parece impresionante, la construcción de la cultura a través de lo que perdura, que no se quema…

El mundo fallero permite hacer unas relaciones muy intensas. Ya sabéis como somos los valencianos… pues toda esa parte más viva y más vital del pueblo valenciano se traslada a la forma de cómo se viven las fallas.

Toda esa parte identitaria, que conserva la fiesta, y también me gusta la fiesta. Yo creo que convoy como el de los falleros, organización social, no hay ninguna otra fiesta que tenga ese tejido social tan vivo, tan bien articulado, y a la vez tan enriquecedor, para los que no son falleros, algo que es muy importante.

¿Hacia dónde se dirige ahora José Manuel Prieto? Nosotros vemos un chico muy joven, que ha llegado a un nivel político altísimo, vemos al escritor, al periodista… Pero yo confieso que veo que tus mundos se contraponen. Periodismo vs Política, es un contrapoder

He hecho periodismo, de hecho es una etapa a la que volvería. En el periodismo local, la confluencia con el poder político, su contrapoder, es muy estrecha, y eso puede crear conflictos de intereses. Yo no podría volver a ser periodista en la ciudad que he sido político, y no descarto hacerlo.

También me apasiona el derecho. Soy un alumno inconstante, estudio a distancia. Espero no sólo terminar la carrera, sino también, dedicarme al mundo de la abogacía de modo profesional. La dedicación política, entiendo que, afortunadamente, es algo temporal. No estaré toda la vida en política, ni siquiera estaré el tiempo que la gente espera. Yo empecé muy joven en la política, a diferencia de otros que empiezan a los 40, cuando ya tienen su carrera hecha en su sector.


Pero ese es el camino, la política es un mundo de jóvenes, pues es un trabajo que exige muchísimo de ti

Ha habido un cambio generacional, provocado por el cambio de época que vivimos. La representación política se ha tenido que adaptar. Los grandes partidos, los que llevaban más años en implantación en democracia, han tenido que hacer grandes cambios y, necesariamente, ha comportado que una nueva generación, con nuevas responsabilidades, también en el sentido biológico del término, se incorporara a la responsabilidad pública. En este momento, la política está hecha de gente con ideas nuevas. La política necesita de valores nuevos, en un sentido ético. Habíamos llegado a un momento de crisis moral que va más allá del sentido económico.

Nosotros en Gandia lo hicimos, apostamos por una hornada de gente joven, eso se ha trasladado al conjunto del gobierno.


Por último, alguien a quien admirar…

Las cosas que tenemos nos las trabajamos nosotros mismo, pero al final somos el reflejo de las personas que más nos han influido, en mi caso, mis padres, mis abuelos, ellos son los que me han inculcado esos valores, que yo he trasladado al ámbito político y que al final te hace esa construcción de valores, esa dimensión ética que incorporas a las cosas que haces. Ellos son directamente responsables, pero lo demás, no nos lo ha regalado nadie.

La entrevista llega a su fin. Puntuales como hemos empezado, la Seu de Gandia nos recuerda que José Manuel tiene que volver al trabajo, nos despedimos con un hasta luego, seguro que hoy nuestra agenda se vuelve a cruzar.

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